Descripción

Vitral que emana el inconfundible espíritu de Antoni Rigalt i Blanch, es un claro exponente de la delicadeza y la sofisticación del Modernismo catalán aplicado al arte del vidrio. A diferencia de las formas orgánicas y fluidas de Gaudí, Rigalt se distingue por una elegancia más contenida, un lirismo que se manifiesta en la armonía de sus líneas y la sutileza de sus paletas.

En esta pieza, la composición central despliega un motivo vegetal estilizado que, si bien evoca elementos de la naturaleza, se transforma en un diseño ornamental con una simetría y un ritmo estudiados. Los tonos pastel, dominados por verdes menta y azules celestes, se entrelazan con la calidez del amarillo en la forma de un capullo o flor central, creando un equilibrio cromático que es a la vez sereno y evocador. Las líneas de plomo, meticulosamente trazadas, no solo unen las piezas de vidrio, sino que también contribuyen a la definición del dibujo, actuando como el trazo firme de un ilustrador.

Un detalle distintivo de este vitral son los cabujones de vidrio, redondos y translúcidos, que adornan tanto la parte superior como la inferior. Estos elementos, en tonos azules y anaranjados, no solo añaden un punto de interés visual y un toque de volumen, sino que también actúan como gemas engastadas en el lienzo de vidrio, capturando y refractando la luz de una manera singular. El fondo, con su textura granulada o «catedral», permite la difusión de la luz sin restar protagonismo al diseño principal, creando una atmósfera etérea y luminosa.

La obra de Antoni Rigalt, como la que observamos, es un testimonio de su maestría en el oficio del vitral y su profunda comprensión de la estética modernista. Cada pieza de vidrio, cada color y cada línea están cuidadosamente dispuestos para formar un conjunto armonioso que no solo decora un espacio, sino que también lo transforma, llenándolo de una luz filtrada que evoca un mundo de belleza y refinamiento. Es una ventana no solo al exterior, sino también al alma del Art Nouveau catalán.